Cuatrocientos mil barceloneses asisten a una cabalgata de Reyes que anuncia los valores
del 2004
Hoy es el día de los sueños realizados. Melchor, Gaspar
y Baltasar dedicaron la noche de ayer a repartir regalos y juguetes por barrios, pueblos
y ciudades. Barcelona recibió a los Reyes Magos con una fiesta ciudadana impregnada
por el espíritu de diversidad y mestizaje que difundirá el Fòrum
de les Cultures. Más de 400.000 personas, según los datos de la Guardia
Urbana, salieron a las calles para aclamar y agasajar a Sus Majestades, que llegaron a
la ciudad por la tarde a bordo del pailebote Santa Eulàlia. Los barceloneses pudieron
disfrutar de una cabalgata de diseño, donde destacaron la gran paloma de la paz
que encabezaba la carroza del Fòrum y los dromedarios y el elefante articulado
que montaban los carteros reales que recogían las cartas de los pequeños.
Los Reyes repartieron 8.000 kilos de caramelos y también 200 de carbón para
los niños que no se han portado bien.
El alcalde Joan Clos dio la bienvenida a Sus Majestades en el Port Vell,
donde esperaban centenares de niños y niñas desgañitándose
llamando a los Reyes por su nombre. Ataviados con unas destelleantes coronas y majestuosas
capas, los tres Magos saludaron a los menores que se agolpaban a su paso. Gracias a la
ayuda de sus pajes pudieron recoger todas las cartas que con tanta ilusión han
escrito los pequeños. Los Reyes se dirigieron al balcón del edificio de
la Autoritat Portuària, donde el alcalde les entregó la llave mágica
de la ciudad que abre las puertas de todos los hogares. Clos preguntó a los allí
reunidos si este año se habían portado bien. Un sí unánime
y ruidoso fue la respuesta.
En su discurso de bienvenida, el alcalde aseguró: “Barcelona
os recibe con los brazos abiertos y los corazones bien dispuestos y como sabemos cómo
son de difíciles la paz, la dignidad y la libertad, todos debemos contribuir a
hacer un mundo más justo y en Barcelona estamos trabajando para conseguirlo”,
dijo en referencia al Fòrum. “El mundo se reunirá esta primavera en
Barcelona, la ciudad que hoy –ayer para el lector– os da la bienvenida”,
añadió. El alcalde recomendó a los niños que se fueran a dormir
pronto y dejaran una copa de vino y un trozo de turrón para que los Reyes repusieran
fuerzas. Por último les hizo entrega de unos panes para llevar allí donde
falte, sal para alegrar a los que estén tristes y la llave mágica.
Después de desplazarse en coches de época hasta la Ciutadella,
la Cabalgata dio comienzo oficialmente desde la avenida Marquès de l'Argentera
para finalizar en la Fuente Mágica de Montjuïc. La carroza del Fòrum
es obra del escenógrafo y dibujante Joan Josep Guillem, colaborador de “La
Vanguardia”. Sus distintos elementos difundían los ejes temáticos
del evento. Un globo terráqueo simbolizaba la universalidad y la diversidad cultural;
una paloma blanca, la paz, y el coche eléctrico que la arrastraba, el desarrollo
sostenible.
Tras esta carroza vinieron los carteros reales: 450 a pie, 25 en bici
y seis más en moto, animados por dos grandes dromedarios articulados y un elefante.
Enseguida, los niños pudieron ver la estrella que ha guiado a los Reyes en su periplo
que tenía forma de un gran péndulo movido a través de unos pedales,
y con los músicos subidos en la cola del cometa.
Melchor apareció ante el griterío de los niños subido
sobre una gran carroza que simbolizaba una gran nube. Le precedían el sol, la luna
y las estrellas que bailaron entre la multitud que reclamaba caramelos. Tras el Rey Blanco,
apareció la inmensa alfombra voladora de Gaspar, acompañado por una bandada
de pájaros nepaleses que volaban al ritmo de la música. El último
en aparecer fue como siempre Baltasar que este año viajó en una carroza
conducida por peces traídos del río Nilo. La carroza del controvertido Doctor
Maddock, el mayor fabricante de carbón dulce del mundo, calentó los ánimos
de los asistentes, que gritaban diciendo que no querían recibir ese regalo.
A la hora de comer tuvimos el privilegio de hablar con Sus Majestades.
Conseguimos su teléfono con la ayuda de un funcionario del Ayuntamiento. Estaban
en su barco, preparándose para desembarcar en el Port Vell. Gaspar fue el primero
en ponerse al habla. Confirmó que había recibido nuestras cartas y nos aseguró
que esta mañana tendríamos más de una sorpresa al abrir los regalos.
También nos confesó que Barcelona le gusta porque “es una ciudad de
paz”. Explicó que en Oriente, donde vive la mayor parte del año, la
guerra está causando estragos. “Por eso es tan importante que las niñas
y niños de Barcelona entiendan que no hay nada más importante que la paz
y la solidaridad.”
Gaspar hablaba pausadamente, con voz profunda, como corresponde a los
sabios antiguos. Aún así, reía como un niño. Le pedimos que
pasara el teléfono a Melchor. “Está haciendo la siesta, pero voy a
despertarlo”, dijo.
Melchor tenía voz de dormido. Nos disculpamos por interrumpir
su siesta y nos dijo que, de todas formas, ya era hora de ponerse en marcha. Nos comentó
que este año había encontrado la ciudad “más bonita y viva
que nunca” y habló del Fòrum como de un acontecimiento singular de
gran importancia para todo el mundo. “Cuando dos personas hablan no se pelean y
todo el mundo es sabio si aprende este secreto”, manifestó. Los diálogos
que habrá en el Fòrum son, por tanto, un gran incentivo para la paz y aseguró
que no piensa perdérselos. “Vendré en primavera con Gaspar y Baltasar,
pero de incógnito para no acaparar protagonismo. No hace falta organizar una cabalgata.”
Melchor recordó que ellos tres son el mejor ejemplo de la diversidad
y la multiculturalidad sin las que es imposible afrontar los retos del presente. Le prometimos
que dejaríamos una copa de cava y unos barquillos en la sala de estar, así
como agua para los camellos en la terraza. Agradeció el gesto y pasó el
teléfono a Baltasar.
Baltasar confirmó el pacifismo de Barcelona, aunque, sin querer
ofender a nadie, también dijo que desearía que fuera una ciudad más
integrada. Habló de la cantidad de inmigrantes que llegan en busca de una nueva
oportunidad y de lo mucho que falta por hacer para que se sientan como en casa.
Los tres Reyes Magos coincidieron en que el espíritu navideño
está muy vivo en la ciudad. Han encontrado grandes dosis de tolerancia y respeto,
imprensidibles para conseguir una convivencia más cívica.
Los Reyes colgaron con una frase que, luego, Melchor repitió ante
el alcalde: “Dar y darse es el único gesto eterno”.
JOSEP MARIA SARRI
El Periódico
Miércoles, 7 Enero 2004
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