Una
Obra de Jujol poco Conocida
José Mª Jujol Gibert acabó la carrera de arquitecto en 1906 y buena
parte de su obra se desarrolló a la sombra de Gaudí aunque tuvo múltiples
actuaciones propias y singulares en tierras de Tarragona, como Montferri, Els Pallaresos
o Bràfim i también en San Juan Despí y Barcelona. A partir de 1924
fue profesor de la Escuela del Trabajo de la Diputación Provincial y fue catedrático
de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona hasta su fallecimiento ocurrido en 1949.
Dejó cumplido recuerdo de su bien hacer como profesor entre los que fueron sus
alumnos maravillados ante su habilidad en el dibujo y la acuarela y la vehemencia de sus
exposiciones orales.
Pero además de la docencia Jujol dejó en la Escuela una bellísima
obra en forma de monumento en memoria de un profesor y doce alumnos asesinados en el periodo
1936 a 1939.
La
Escuela Superior de Arquitectura estuvo entre 1874 y 1962 en el segundo piso de la vieja
Universidad de la Granvía. Había un largo corredor con aulas a un lado y la
terraza del segundo piso al otro. Este corredor terminaba en las aulas de dibujo, la mayor
de las cuales era conocida por los alumnos como la Siberia, por el frío glacial que
se dejaba sentir en invierno. En una zona intermedia del pasillo se abría una puerta
que Jujol utilizó como marco para su obra. El marco de madera pintada de negro presentaba
una serie de palmetas doradas por debajo de las cuales había una leyenda latina alusiva
a la muerte y a la resurrección. Encima estaba una lápida de mármol
en cuya parte superior había un crismón inciso y policromado y en la parte
inferior el escudo del Sindicato Español Universitario. Encima estaban los nombres
de los caídos encabezados por el catedrático de Historia de las Artes Plásticas,
Andrés Calzada Echevarría asesinado en Castelldefels en abril de 1938. La
lápida se apoyaba en cuatro canecillos encima de los cuales cuatro tazas metálicas
servían de soporte a otras tantas bombillas para iluminación. La caligrafía
es típica de Jujol, aunque con su habitual despiste de artista, tuvo que incluir
uno de los nombres en la parte inferior derecha, lo que lo hace casi ilegible.
Debajo de la lápida se lee la firma autógrafa de Jujol, precedida del signo
de la cruz, y la expresión Deo gratias.
Esta obra de Jujol se realizó el año 1940 y permaneció en
su original ubicación hasta 1962, cuando la Escuela de Arquitectura se trasladó
al nuevo edificio de la Ciudad Universitaria de la Diagonal. La obra de Jujol fue
desmontada y quedó en el sótano del nuevo edificio, proyectado por Eusebio
Bona Puig, José María Segarra Solsona y Pelayo Martínez Paricio.
La parte de madera se destruyó rápidamente a causa de la humedad y
la lápida partida en tres pedazos permaneció olvidada hasta 1977, en
que fue colocada en un muro recoleto de uno de los jardines de la Universidad de Barcelona.
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Las típicas formas de Jujol, su caligrafía, la variedad de colores, el dorado
sobre negro del marco, una característica del arquitecto hasta el punto que los estudiantes
llamaban a la purpurina, “jujolina”, y muy especialmente el empaque arquitectónico
de este recordatorio mural que originó el nombre con el que se le conoció,
evidentemente no impuesto por su autor, de Puerta Heroica, bien merecido en razón
de su aspecto y de su significado.
Las fotografías que ilustran este texto las hizo Francisco Ribera Colomer quien
durante muchos años fue el técnico requerido por el Servicio de Monumentos
del Ayuntamiento y persona de gran habilidad y pulcritud en el manejo de la cámara
de caja de madera con la que obtenía negativos de cristal de gran formato.
Con este texto se pretende mantener la tan traída y llevada memoria histórica
que a veces se convierte, por desgracia, en amnesia histórica.
Juan Bassegoda i Nonell, Conservador de la Real Cátedra Gaudí
Marzo 2004.
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