Real Cátedra Gaudí
Historia de la Cátedra

Agradecimiento a Bassegoda
La Familia de Gaudí en el Cementerio del Este
Jardín Hespérides
 
Artículos de Joan Bassegoda
La Cátedra de Antonio Gaudí - Estudio analítico de su obra
Finca Güell (1967)
Gaudí y el Quijote
Documento Judicial sobre la Muerte de Gaudí
Efemérides gaudinianas 2004
Salvador Dalí y Antonio Gaudí
Dos lámparas de Gaudí inéditas
Una obra de Jujol poco conocida
La conferencia de Dalí en el Park Güell en 1956
El pórtico de San Antonio Abad
Junio 2003: dos aniversarios de Gaudí
Relación de Gaudí con Carles Mani
Arte Religioso de Salvador Dalí
Gaudí y Jujol
 
Álbum de fotos
 
Actividades
Noviembre 2004
Octubre 2004
Septiembre 2004
Agosto 2004
Julio 2004
Junio 2004
Mayo 2004
Abril 2004
Marzo 2004
Febrero 2004
Enero 2004
Diciembre 2003
Noviembre 2003
Octubre 2003
Septiembre 2003
Agosto 2003
Julio 2003
Abril 2003
Marzo 2003
Febrero 2003
Enero 2003
Diciembre 2002
Noviembre 2002
Octubre 2002
Septiembre 2002
Agosto 2002
Junio 2002
Marzo 2002
Febrero 2002
Enero 2002
Diciembre 2001
Nota de Prensa

Gaudí y Jujol


Josep M. Jujol Gibert

Hay genios del arte que, como verdaderos astros, deslumbran a sus admiradores. Esta circunstancia ocasiona visiones deformadas de la realidad, de las que tenemos buenos ejemplos en algunos de los estudios publicados sobre los arquitectos catalanes Antoni Gaudí Cornet (1852-1926) y Josep M. Jujol Gibert (1879-1949).

Gaudí era 27 años mayor que Jujol, y cuando éste terminó la carrera, en mayo de 1906, Gaudí ya había realizado la mayor y mejor parte de su obra; pero esto no quiere decir que Jujol fuera discípulo de Gaudí. Más bien podría serlo de Doménech i Montaner, a través de sus relaciones profesionales con Josep Font i Gumà, pero sí se sabe que tuvo una admiración por su colega, que manifestó a sus alumnos de la Escuela de Arquitectura en los años cuarenta. Gaudí comprendió muy pronto la genialidad de Jujol y le asignó trabajos de responsabilidad en varias de sus obras; pero manteniéndose siempre cada uno en su propio universo artístico.

Unas puntualizaciones muy necesarias
Estos dos arquitectos mantuvieron siempre una cordial relación profesional que sólo se interrumpió por la muerte de Gaudí en 1926.

Los estudiosos de Gaudí han visto en Jujol un buen colaborador, especialmente en materia de color y decoración arquitectónica. Los admiradores de Jujol, que son muchos, han querido ver algo más: un cambio en Gaudí desde el momento en que Jujol entró en sus obras.

Se ha dicho y escrito en repetidas ocasiones que en la fachada de la casa Batlló del paseo de Gracia se aprecia una fuerte influencia de Jujol en la composición cromática. También se ha dicho que las puertas de madera del interior del piso de los Batlló fue obra jujoliana.

No supone ningún menosprecio del inmenso valor artístico de Jujol demostrar que tales afirmaciones son totalmente erróneas.

Gaudí conoció a Jujol a través de su amigo el doctor Pere Santaló Castellví, asiduo ateneista. Santaló, al ver la actividad de Jujol como ayudante de Josep Font i Gumà en las obras del Ateneo Barcelonés, en la calle Canuda, habló del joven Jujol a Gaudí y los puso en contacto. Esto sucedía en el año 1906 y las obras de la casa Batlló estaban ya terminadas, por aquellas fechas. Está claro, pues, que Jujol no pudo influir a Gaudí, puesto que todavía no se conocían.

Este argumento sería suficiente, pero todavía hay más. El contratista de las obras de la casa Batlló, Josep Bayó i Font, explicó, en 1970, -y de tal explicación hay una cinta grabada- que Jujol no estuvo nunca en la casa Batlló, y lo que sí hizo para este edificio, una vez finalizado, fueron los modelos de arcilla para los candelabros del oratorio que después se fundirían en bronce. Y estos modelos los hizo en la Pedrera, entonces en construcción (1906-1912).

Las piezas circulares de cerámica vidriada, de colores muy vivos, que alternan con el aplacado de cristales de colores de la fachada de la casa Batlló, procedían de Mallorca, de donde Gaudí las encargó. Gaudí estuvo en Mallorca a partir de 1903, en tanto que la presencia de Jujol en Mallorca no es anterior a 1908, cuando se presentó el proyecto de alicatado cerámico del fondo del presbiterio, con los escudos de los obispos, y que no se colocó hasta 1910. Soluciones de baldosas de Valencia troceadas las venía utilizando Gaudí desde las caballerizas Güell (1884-1887) con ejemplos tan destacados como las cubiertas de los dos pabellones de entrada al Park Güell (1902-1903). Joan Matamala, que conoció a ambos arquitectos, dejó escrito que la presencia de Jujol en el Park Güell fue posterior a 1907.

Otra atribución a Jujol es la de los balcones de la Pedrera. Tal como explicó Bayó, Gaudí dirigió personalmente a lo largo de siete horas la forja de uno de los balcones que fue colocado en el chaflán, a la altura del tercer piso. Una fotografía de 1910 ofrece este solitario balcón en el chaflán. Entonces Gaudí ordenó la forja de los otros a sus colaboradores, los hermanos Josep y Lluís Badia, insignes cerrajeros y forjadores con los que trabajaba desde las obras del Palau Güell, en 1886, y que hicieron el resto “alla maniera” como dicen los italianos. Es decir que todos fueron diferentes pero parecidos al modelo original. Es posible que Jujol interviniera de algún modo ayudando a los hermanos Badi, pero Josep Bayó lo negaba.

Ya hemos dicho que estas cosas no van en detrimento de la personalidad de Jujol, al que no hacía falta dar inspiración a Gaudí, ni tampoco imitarle.

Un ejemplo nos puede ilustrar más que ninguna otra cosa para ver cómo a la fuerza creativa de Jujol no le hacían falta las fuentes gaudinistas. Josep M. Jujol fue un experto grafiador. Esta técnica, inventada por los renacentistas italianos a base de dos capas de estuco de distinto color, fue utilizada continuamente, y con gran maestría, por Jujol quien, con sus propias manos, hizo los extraordinarios esgrafiados de la ermita de Vallmoll, de la casa Gallissà de Barcelona y de la masia Bofarull de Els Pallaressos.

Pues bien, Gaudí, con toda su grandeza, jamás, ni una sola vez, utilizó la técnica del esgrafiado, ni jamás pintó muros y bóvedas con sus propias manos como hacía Jujol.

Cabe hacer constar la presencia contemporánea de los dos grandes arquitectos, que en algunos puntos coinciden y colaboran, pero que jamás renunciaron a su propia personalidad, sin que la admiración mutua que sentían les hiciera necesario considerar a uno como maestro y al otro como discípulo, ni mucho menos como un discípulo tan aventajado que llegara a influir en el maestro.

Cada uno giraba en su propia órbita lanzando una luz tan brillante que todavía hoy ciega a quien contempla sus obras.

Gaudí, el arquitecto de la geometría de la Naturaleza; Jujol, el pasmoso dibujante, escultor, pintor y arquitecto.

 

Artículo publicado en el Temple, Enero-Febrero 1992
Juan Bassegoda i Nonell, Conservador de la Real Cátedra Gaudí