Ana Mª Férrin en
la Sagrada Familia |
Muerte
de Rosita Egea
Gaudí
Aclaración de Ana María Ferrin, autora del
libro "Gaudí. De piedra y fuego"
Con
mucho gusto respondo a la aclaración que me piden
los amigos del Gaudí Club en referencia al capítulo
dedicado a Rosita Egea Gaudí, sobrina del arquitecto,
en mi libro Gaudí. De Piedra y Fuego. Un capítulo
complejo para el que toda puntualización es poca.
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Empezaremos por fijarnos en la única fotografía
existente de Rosita. La hizo el doctor Pere Santaló
durante una excursión a Montserrat cuando la joven
contaba aproximadamente ventiocho años, y en ella
podemos apreciar su rostro saludable, algo lógico,
pues hasta pocos años antes de su muerte en 1912
a los treinta y seis años, tanto sus amigas como
los demás testigos que nos acercan a diferentes etapas
de la vida de Rosita nos la describen como una mujer sana.
Entre otros, Josep Mª Moreu Fornells, el hermano de
Pepeta Moreu, dibuja a la Rosita adolescente en sus visitas
a la familia Moreu de Mataró de esta manera: "Rossita
era morenita y quizás feílla pero muy simpática
y agradable..." Y Joan Bassegoda Nonell nos la presenta
ya cumplidos los treinta años en la pag. 400 de El
Gran Gaudí: " "Rosita era de carácter
apacible y alegre..."
Gaudí fue a vivir al Parque Güell con su padre
y su sobrina en 1906 y en Octubre de ese mismo año
fallece su padre. Es a partir de ese momento cuando los
testimonios se transforman, pasando a presentarnos a una
Rosita enferma que no abandonaba el lecho. Sin transición
pasa, de apacible y alegre, a ser descrita en la página
227 del libro del escultor Joan Matamala, Mi itinerario
con el arquitecto, como víctima de una aguda enfermedad
nerviosa seguida de alcoholismo. Es éste un testimonio
decisivo, de primera mano, porque el autor vivió
el periodo 1907/26 continuamente al lado de Gaudí
en la Sagrada Familia, así como su padre Lorenzo
Matamala durmió en casa de Gaudí desde 1912
hasta 1925 y el conocimiento doméstico se completa
si contamos que Gaudí y Rosita comían en muchas
ocasiones en el domicilio de esa familia, situado en la
calle Mallorca, 382. Al igual que Matamala hicieron los
biógrafos básicos que conocieron a Gaudí,
tomando dos únicos caminos al referirse a la muerte
de Rosita: o silenciar la causa, o achacarla al alcohol
y/o los nervios. Sin embargo, ciertamente, es la tuberculosis
la causa oficial que aparece en el certificado de defunción.
Personalmente añadiré que en los últimos
tiempos y en tres ocasiones distintas, confidencias recogidas
a veteranos testigos de la época y familiares de
esos testigos que prefirieron guardar el anonimato, me contaron
que a la joven se le administraba laúdano como sedante,
un medicamento hoy en desuso, pero de extensa literatura
en la época y muy útil en ocasiones para tranquilizar
a mujeres que se mostraban más excitables de lo conveniente,
o como diríamos en lenguaje actual, socialmente incorrectas.
Por ello resulta interesante saber que el laúdano
no es más que una solución de polvo de opio
macerado en alcohol con diferentes añadidos: vino
de Málaga, azafrán, miel, esencias, cerveza,
etc. Así que posiblemente nunca sabremos si en verdad
el alcoholismo referido por Matamala u otros autores fue
realidad o era tan sólo una manifestación
secuela del fármaco. Del mismo modo, quizás
nunca tengamos confirmación del motivo real que condujo
a Rosita Egea Gaudí al lamentable estado que precipitó
su final.
Aprovecho para enviar afectuosos saludos a los socios del
Gaudí & Barcelona Club Esther Simón Ayuso
y a Francisco Javier Herráiz Ortiz. Siempre es un
placer comunicarse con los lectores.
Ana
Mª Férrin
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