Cuando recibimos el encargo de la restauración del Park Güell, nos embargó cierta turbación, mezcla de emoción, ilusión y respeto, no tanto por la dificultad del trabajo, como por su transcendencia, al ser una de las obras más representativas del arquitecto Antoni Gaudí. Ambos, el arquitecto y sus obras se han convertido, en los últimos años, en valores de gran significado para la ciudad de Barcelona, ya que han pasado a ser emblemas para su reconocimiento al exterior.

La operación de restauración se centró en la parte que ofrecía un peor estado de conservación, la cubierta de la Sala Hipóstila, y se pudo comprobar que esta parte del parque había sido reparada anteriormente en numerosas ocasiones, actuando en el banco perimetral cerámico, en el revestimiento de "trencadís" del techo de la Sala y en algunos de los elementos de revestimiento de las columnas que sostienen el techo, que fueron sustituidos.

Después de una minuciosa observación de la patología que presentaba la estructura, y la ejecución de unas calas en los elementos más significativos, llegamos a verificar el grave problema estructural que tenía la cubierta y también la urgencia de reparar las partes dañadas de la estructura. La solución adoptada fue la reconstrucción de los dinteles que, de columna a columna, sostienen en parte las cúpulas que forman el techo.

Durante la restauración se descubrió el ingenioso sistema ideado por Gaudí para sostener el banco perimetral por medio de unos pórticos metálicos que, en general, estaban en buen estado, excepto de algunos puntos afectados por la corrosión provocada por la filtración de agua. El relleno de la plaza para conseguir otra vez el nivel original se hizo con árido ligero (arcilla expandida) que tiene una doble misión: por un lado, disminuye la carga del techo y, por otro, permite obtener un mejor aislamiento térmico que aligera, en parte, los problemas de dilatación, que son el origen también de los movimientos y fisuras que se han producido en la estructura. El problema más delicado, fue la restauración de los revestimientos de cerámica, "trencadís", del techo abovedado de la Sala Hipóstila y, más aun, de la pieza más importante del Park Güell, el banco perimetral. La cerámica blanca, que de origen procede de restos de baldosa de Valencia desechada por su destonificación, presenta, según nuestra apreciación, 21 tonos diferentes de blanco, desde el azul al salmón. Se tuvo que fabricar estas tonalidades para mezclarlos, y proceder a completar las partes que estaban deterioradas, las que habían desaparecido, las que se habían restaurado groseramente y las que fueron destruidas en el proceso de la reparación de la estructura. En el banco, la cerámica blanca restituida se fabricó con gres en lugar de baldosa de Valencia, ya que está más expuesta a la intemperie y la erosión, y esto mejora sustancialmente el comportamiento del material de revestimiento.

De las baldosas policromadas, se consiguieron los patrones trepados utilizados en su fabricación, por lo cual fue fácil reproducirlas para reponer aquellas piezas que les había desaparecido completamente el esmalte. También fueron sustituidas las piezas de encabezamiento del banco y el cordón lumbar, que en restauraciones anteriores se habían colocado con colores neutros y lisos, por otras hechas por el ceramista Cumella, de colores a tono con las piezas originales, que aun quedaban, y quedan en el banco después de la intervención.

En la restauración se ha querido ser fiel, no solamente en mantener la imagen del monumento en todos sus detalles, sino también en las operaciones de reconstrucción de su estructura. Se han rehecho sus elementos de tal forma que responden a su estabilidad de manera idéntica a la de su construcción original, utilizando, esto sí, los medios y materiales de más calidad y garantía, que la industria actual de la construcción nos proporciona.

J.A. Martínez Lapeña y Elies Torres, Arquitectos.

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