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Premio Gaudí de Poesía y Narrativa Corta 2003

SEGUNDO PREMIO DE NARRACIÓN CORTA

HISTORIAS DE OTROS TIEMPOS, 7

En el estudio de Gaudí, desde los sucesos de la semana trágica, las cosas habían ido empeorando. El arquitecto, ajeno la mayor parte de las veces a los lamentables sucesos de orden político y social que se sucedían en la ciudad, había continuado trabajando en todas sus obras con absoluta normalidad, y ni siquiera había permitido que esta situación le afectara, aún con el paisaje de la ciudad en llamas, y el sonido de los disparos de fondo.
De hecho, durante 1909 llegaría a construir, con gran visión práctica, las escuelas provisionales de la Sagrada Familia, que pese a sus reducidas dimensiones y a estar realizadas con materiales baratos, llegarían a ser, debido al original diseño de su cubierta, una de sus obras más innovadoras.
Hasta ese momento, absorbido de tal manera por su genio creativo, no había sido capaz de apreciar, como estos acontecimientos iban minando el brío de sus ayudantes. Pero después del incidente con Pepeta Moreu, su ánimo se vio disminuido considerablemente.
Aunque lo cierto es que el desánimo que le atenazaba interiormente tenía su origen más bien en los contratiempos laborales, en todos los problemas que estaban surgiendo en la construcción de la casa Milá (que sufriría incontables denuncias y alguna que otra orden de suspensión de obras, no llegando estas, por suerte, a sucederse). Sin ir más lejos, ese mismo año, el Ayuntamiento llegaría a ordenar el derrumbe del edificio, o en su defecto el pago de una descomunal multa de cien mil pesetas, al exceder este, con mucho, la altura máxima permitida por la ley. Afortunadamente el contratiempo se arreglaría varios meses después, siendo el propio Ayuntamiento quién aportase la solución, aduciendo que el edificio tenía un carácter monumental, y que esta circunstancia le eximía de ajustarse estrictamente a las normas municipales.
Sin embargo el edificio de la casa Milá quedaría inacabado a los ojos de Gaudí, ya que este hubiera deseado instalar un grupo escultórico en la azotea dedicado a la Virgen del Rosario. Tal circunstancia no sería posible dada la negativa de los señores Milá, a resultas de los citados incidentes de la semana trágica, que más bien escondían un cierto desagrado por la escultura en cuestión. Sea como fuere, lo cierto es que esta circunstancia daría lugar a la ruptura de las relaciones entre propietarios y arquitecto, propiciando que finalmente, este ultimo abandonara la obra, que sería terminada por algunos de sus colaboradores, como Jujol, Rubió o Clapés.
Por otro lado, la escasez de noticias por parte de los magnates americanos, daría como resultado que, poco a poco, Gaudí fuera arrinconando el proyecto del hotel Attraction. Debido al estado de agotamiento en que se encontraba, no acertaba a decidir si debía continuar gastando sus energías en el encargo del futurista rascacielos, o si debía dejarlo algo apartado, aunque sólo fuera momentáneamente, mientras esperaba nuevas comunicaciones, lo que definitivamente dejaría de suceder a finales de diciembre de 1911.
Durante algún tiempo, aún tendría esperanzas de volver a establecer contacto con los estadounidenses, pero al transcurrir los meses y no recibir ninguna comunicación, el proyecto se fue quedando en el olvido. Una parte permanecería cuidadosamente guardada entre el resto de planos y bocetos del arquitecto, y desdeñada durante largo tiempo, resultó quemada en 1936, junto al resto del archivo gaudiniano, con motivo de las revueltas ocasionadas por la guerra civil (5).
Por si esto fuera poco, la crisis económica que sacudía al país en aquellos momentos, empezaría a tener repercusión en las obras del templo, siendo necesario prescindir de un gran número de operarios, con lo que la buena marcha del trabajo, se vio inevitablemente ralentizada.
Todas estas tensiones fueron haciendo mella en el espíritu del genial creador, mermando su ya de por sí delicada salud, sometida a la espartana dieta alimenticia que seguía desde joven.
Su círculo de amistades, alarmados por la visible fatiga y la creciente irritabilidad del arquitecto, le rogaron encarecidamente que se apartase un poco de las extenuantes obligaciones que le ocupaban, instándole a tomarse unas merecidas vacaciones, las primeras (desde un breve retiro en Tortosa, veinte años antes), en tantos años de intenso trabajo.
El estado de salud del arquitecto llegaría a ser tan apático, que rehusaría la invitación de asistir, allá por la primavera de mil novecientos diez, a la exposición en París de parte de sus obras, evento que don Eusebi Güell financiaba y que casi le había obligado a preparar. Este montaje, que incluía planos, maquetas, fotografías y transparencias, formaría parte del salón de la Societé des Beaux Arts de Francia, acontecimiento que iba a celebrarse dentro del incomparable marco del Grand Palais, donde los proyectos de Gaudí se presentarían en una sala especial, fuera de concurso, y dedicada por entero a él.
Sin embargo el arquitecto, por una vez obediente, prefirió hacer caso de los consejos y las recomendaciones ofrecidas por sus buenos amigos, trasladándose por las mismas fechas a la ciudad de Vic, donde había sido invitado (por mediación del obispo Josep Torras i Bagues, junto al padre Ignasi Casanovas), con el propósito de que se apartara por un tiempo de las preocupaciones, y pudiera recuperarse de lo que hoy llamaríamos una depresión nerviosa, en aquellos momentos diagnosticada como "anemia cerebral". En esta ocasión su mejoría fue evidente, y durante las tres semanas que permaneció "de reposo", llegaría a realizar, apremiado por los vecinos, un proyecto de decoración efímera de la plaza mayor y dos farolas conmemorativas, que desgraciadamente serían demolidas en 1924. Todo esto con motivo de engalanar la ciudad, para la celebración del centenario del nacimiento de un ilustre hijo de Vic, el filósofo Jaume Balmes.
Tristemente, los luctuosos sucesos que iban a acontecer en los años siguientes, tanto en el ámbito laboral (surcado de preocupaciones), como en el personal (con la perdida de algunos de sus seres más queridos), empujarían a Gaudí hacia un grave empeoramiento de su salud, llegando incluso a temerse por su vida. Recuperado al fin de este aciago episodio, se manifestaría en él una mayor tendencia hacia la introspección, un mayor retraimiento.
Desde ese momento una acuciante búsqueda espiritual y arquitectónica ocuparía todo su empeño, decidiendo, con voluntad propia, convertir su vida en un universo paralelo al que ocurría fuera de los muros de la Sagrada Familia.

. . .

Una vez instalados en el vecino país, las vidas de Onax Capdevila y Palmira Sirvent darían un giro insospechado. La manifiesta inquietud de él hacia los negocios le llevaría a embarcarse en un nuevo desafío, decidiendo invertir parte de sus bienes en la incipiente industria cinematográfica. Debido a esta circunstancia, Palmira, completamente restablecida, terminaría cambiando su anterior vida, no exenta de infortunios, por una brillante carrera en el mundo de la interpretación, por lo que sería conocida a partir de entonces, dentro y fuera del mundo del celuloide, como la simpar Serena Lumière, "bautizada" así gracias a su particular manera de hacer frente a las adversidades, y también como homenaje a la cosmopolita ciudad que les había acogido, donde por espacio de un par de años permanecerían medio ocultos, disfrutando de los placeres de una vida anónima, y olvidando en la medida de lo posible su pasada existencia.
Durante ese tiempo, y sin que Palmira tuviera noticias de ello, Onax seguía con la idea de hacer realidad el proyecto del rascacielos neoyorkino, manteniendo contacto telefónico y epistolar con los magnates norteamericanos, su "tapadera" frente a Gaudí, quien hasta 1911 seguiría recibiendo en su estudio de la Sagrada Familia, de una forma más o menos regular, comunicaciones desde el otro lado del Atlántico.
Mientras tanto, Capdevila, con la meticulosidad que le era tan característica, continuaría preparando el terreno, con el objetivo de que en la primavera de 1912, cuando por fin arribaran al puerto de Nueva York, todo estuviera preparado para poder hacer realidad dos de sus grandes sueños; la construcción del hotel Attraction, y el éxito de la prometedora aspirante a actriz.

Como podía haber sospechado Onax, aquella fría y brumosa mañana en el puerto de Southampton, mientras esperaba de la mano de su inseparable Serena, que varios mozos subieran el equipaje a bordo del imponente hotel flotante, que tan solo cinco días más tarde, la suerte, esa vieja conocida, tantas y tantas veces aliada, había decidido olvidarle para siempre. Cruel como una amante despechada, le abandonaría en aquella oscura hora del quince de abril, en la que todos sus sueños acabarían irremisiblemente hundidos en la medianoche de un mar profundo.
Este triste final no fue compartido por Serena Lumière, que afortunadamente llegaría a escribir su nombre en la lista de supervivientes. Gracias a su tenacidad y a los innumerables bienes que Onax le legara, conseguiría finalmente alcanzar su objetivo.

De tan injusta manera, con el naufragio de aquel enorme y lujoso transatlántico, cuyas dimensiones tan exorbitantes se asemejaban a las que un día hubiera soñado el propio Gaudí para su hotel, se vería acallada irremisiblemente la llamada que el genial arquitecto sintiera desde el nuevo continente. Él mismo, años más tarde, rememorando el proyecto fallido, llegaría a referir en alguna ocasión; "a veces, los sueños se aparecen ante nosotros envueltos en neblinas, que con suerte, el tiempo llega a disipar, pero en la mayoría de las ocasiones, y pese a nuestros esfuerzos por atraparlos, los sueños como humo se van". . .

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Esther Simón

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5. Seguramente no se habría vuelto a tener noticias de esta construcción, de no haber sido porque Joan Matamala, años después, revisando polvorientas carpetas de dibujo de su padre, encontraría algunos de los primeros croquis realizados por Gaudí, y, gracias a su prodigiosa memoria, recordando lo acaecido casi cincuenta años antes, volvería a recuperar este fallido trabajo, rescatándolo del abandono en que se había visto sumido, para, finalmente, sacarlo a la luz pública, añadiéndolo a la larga lista de proyectos del maestro reusense. volver