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Premio Gaudí de Poesía y Narrativa Corta 2003

PRIMER PREMIO DE NARRACIÓN CORTA

MUERTE EN EL PARK GÜELL, 6

 

- Por cierto, hablando de Marta, los compañeros me han dado copia de la carta que los padres han encontrado entre la ropa que dejó guardada Marta. Mira que dice:

Padres:
Voy hoy por última vez al Park Güell. Me veis triste pero no es así. He encontrado a un amigo que me entiende y me apoya. Un amigo que me acompañará en el camino donde me espera Toni. Me siento feliz, estaré bien.
Un fuerte abrazo
Marta.

- Toni era su prometido.

- Así pues, es posible que tuviera que encontrarse con alguien que la ayudaría a suicidarse, pero ¿por qué venir aquí? Ella no necesitaba ayuda para hacerlo. Y, si es así, ¿cómo le provocó la muerte? ¿Para que arriesgarse a que alguien los viera?

- Te ha cambiado la mirada y vuelves a ser la señora fiscal. No acabas de entender lo que pasó.

- No, claro que no lo entiendo, los resultados de la autopsia ...

- Deja a un lado la autopsia y mira a tu alrededor. No es casual que viniera aquí. No se encontró con nadie, a pesar del suelo mojado no encontramos ninguna huella a excepción de los jardineros que llegaron juntos y juntos se acercaron a ella.

- ¿Qué me quieres decir? ¿Qué ella sola ...? ¿Y cómo se provocó la insuficiencia respiratoria? No hemos encontrado sustancias tóxicas en el cuerpo.

- Sólo miras con tus ojos de fiscal. Tus ojos verdes te tendrían que llevar un poco más allá y buscar en el corazón del Park.

La noche había caído sobre la ciudad que se iluminaba sin timidez y hacía más patente la oscuridad de la plaza. Un viento helado sopló e Irene, nerviosa, se acercó a él.

- ¿Nos vamos? -dijo impaciente.

- No, no nos podemos ir todavía.

- Pero cerrarán el parque y no podremos salir.

- He avisado a los vigilantes de que podían cerrar. Conozco desde pequeño la manera de salir del parque.

- Ya, te la enseñó tu primita -contestó con ironía Irene que empezaba a encontrarse un poco incómoda. ¿Qué pretendía demostrarle a aquel chico?-

- Psiiiit. Silencio.

- Tengo frío -murmuró- No he venido preparada para pasar la noche a la intemperie.

- He perdido en algún rincón del parque a la chica aventurera, la tendré que volver a buscar. La prefiero a la fiscal enfurecida.

- No estás en disposición de escoger. Está oscuro y tengo miedo.

- No tengas miedo, no hay ningún peligro para nosotros.

- ¿Nosotros, qué quieres decir con "nosotros"?

Jordi la rodeó entre sus brazos y la besó, acariciando su pelo, su cuello, su cuerpo. Y ella, tan solo se dejó llevar, era inútil oponer resistencia, de hecho, ¿quien quería oponer resistencia?

Prolongaron el beso, enlazados en un intenso abrazo, buscando el uno al otro, para satisfacer el deseo, las ganas de entregarse, de amarse. Ganas que habían detectado desde que se vieron por primera vez, hacía tan sólo unas horas, las ansias que cuidadosamente habían contenido, alineados detrás de un ademán serio, profesional y distante.

Ahora, sentados en aquel banco y entregados el uno al otro, no recordaban a Marta, ni su sonrisa. No se dieron cuenta de lo que pasaba. Ni siquiera de los imperceptibles movimientos que bajo sus pies se producían.

El banco, aquel banco de mil colores y dibujos, de formas onduladas y armoniosas cobraba ahora vida. Lentamente modificó su serpenteo y empezó a enroscarse sobre sí mismo, como hacen aquellos gusanos negros cuando les tocas que forman un espiral perfecto. Con sumo cuidado y, muy lentamente, el banco rodeó primero la plaza e se curvó sobre él mismo dejando en el centro a los amantes.

Irene abrió los ojos y vio perpleja cómo habían quedado en el centro de aquella espiral, rodeados de un banco de piedra que ya no era duro, que los encerraba dentro de un círculo de amor o quizás de muerte.

En aquel momento, Irene lo vio claro. Se dió cuenta de lo que Jordi le había tratado explicar durante toda la tarde. El banco era el amigo del que hablaba Marta. El banco la había escuchado, había enjugado sus lágrimas, la había consolado y le había extendido la mano para reencontrar el amor. La había rodeado con sus colores y la había acompañado allí donde su prometido se encontraba, sin dolor, sin pena, solamente con una sonrisa.

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Carme Guil


Currículum de Carme Guil