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Premio Gaudí de Poesía y Narrativa Corta 2003

PRIMER PREMIO DE NARRACIÓN CORTA

MUERTE EN EL PARK GÜELL, 3

 

- Será un placer visitarlo de su mano -dijo mientras guiñaba un ojo al agente con malicia notando como se ruborizaba.

Con un gesto imperceptible el cabo tocó su brazo para acompañarla, juntos dejaron la plaza y pasaron por debajo de las columnas inclinadas del pórtico de la lavandera, andando muy lentamente, relatándole el agente algunos detalles del Park y de Gaudí para tratar de impresionarla. La lavandera medio oculta en una de las columnas, los observaba inmóvil. Un sendero los llevó hasta la puerta de entrada.

- Manténgame informada personalmente de la investigación, por favor. De esta forma, intento evitar sorpresas; no me gusta leer en la prensa lo que tendría que saber con antelación.

- Por supuesto, Señoría, así lo haré.

- Veo que hemos vuelto al tono formal.

- Ha sido Usted quien ha dejado la visita cultural y ha vuelto al trabajo.

Intercambiaron una sonrisa de complicidad y se dieron la mano de una manera que a Irene le pareció especial. Pero estaba habituada a dejar vía libre a su imaginación y aquel entorno era propicio.


A lo largo de la mañana, la guardia discurrió sin incidentes, quizás como compensación por el desagradable inicio. A mediodía el médico forense volvió al juzgado de guardia, con el informe de la autopsia y se lo entregó al juez:

- Caramba doctor, sí que se ha dado prisa esta vez. Se nota que tenía una mujer bonita entre las manos.

- No he tenido trabajo esta mañana y por lo tanto he podido dedicar todo el tiempo a este tema -puntualizó el forense haciendo caso omiso al desagradable comentario.

- ¿Y bien?

- Resulta muy extraño. La muerte se ha producido por asfixia. Había muestras de opresión a nivel de pecho, costillas y abdomen. Eso le produjo una insuficiencia respiratoria y un shock que provocó la muerte. La hora de la muerte, como ya dije in situ, fue entre las 12 y las 2 de la madrugada.

- Por lo tanto, no es un suicidio.

- Los primeros análisis han dado resultado negativo. Espero el informe completo del Instituto de Toxicología. Pero hay algo extraño en todo esto: observando las fotos podrá comprobar que, efectivamente, la chica sonreía. Si no había tomado nada y la muerte fue natural, no entiendo cómo, a pesar de la fuerte opresión en el cuerpo que produjo asfixia, no dejó ningún síntoma ni de lucha ni de dolor en su rostro.

- ¿Qué arma se utilizó? -interrogó la fiscal desde la puerta. - Lamento la intromisión señoría, pero he indicado que me avisaran cuando llegara el forense.

- No te enfades, bonita. Ahora te lo explica todo.

- Discúlpeme señoría, pero preferiría que no utilizara ese lenguaje ni en privado ni sobre todo en público: ni niña, ni bonita. Señora fiscal o señora Forns para Usted -le dijo con frialdad. Dirigiéndose nuevamente al forense le preguntó:

- ¿Digame, doctor, qué arma cree que se utilizó?

- Pues, ciertamente, no tengo idea. No es ni una cuerda ni un objeto similar porque no hay ningún signo en el cuerpo. Parece como si lo hubieran rodeado con una mano inmensa que la estrechó fuertemente y la colocó con cuidado en el banco.

- Sí, ahora nos dice si ha visto King Kong últimamente -dijo el juez sarcástico.

- No. Sin embargo, si no estuviéramos en Barcelona, hablaría de la muerte por asfixia que provocan las grandes serpientes del Amazonas, que abrazan a la víctima hasta provocarle la muerte.

- No, no estamos en la selva, aunque más de uno podría ser enviado allí, por su condición de animal -añadió la fiscal.- Bien, la autopsia no nos revela gran cosa.

En la puerta apareció una funcionaria que lucía un anticuado peinado y un vestuario a juego. Mirando por encima de sus gafas indicó al juez que un cabo de los Mossos quería hablar con él. El juez ordenó que pasara e hizo un gesto al forense y a la fiscal para que se marcharan.

Al cruzarse en la puerta con el cabo Martí, la fiscal volvió sobre sus pasos.

- Si el cabo viene a hablar sobre el caso que comentábamos, quizás sería interesante oir lo que nos tiene que decir y su señoría se ahorraría después de repetirnoslo.

- Muy bien. Quédense y cierren la puerta -añadió malhumorado al juez.

- Señoría, hemos interrogado a los vigilantes del Park y nos confirman que ayer no vieron a nadie en el banco ni en el parque a la hora de cerrar. No recuerdan haber visto a esta chica el día de ayer, pero sí otros días. La chica se llamaba Marta Ferrer y vivía con sus padres. Hacía tres meses que había perdido en un accidente de moto a su prometido y se encontraba muy deprimida según sus padres y compañeros de trabajo. De hecho, estaba de baja por depresión.

- Eso ratifica la tesis del suicidio pero no concuerda con la causa de la muerte -el forense relató al cabo los resultados de la autopsia, mostrándole las fotos.

- ¿Supongo que no han encontrado ninguna especie de serpiente amazónica en la zona, verdad? ¿No hay ninguna denuncia de desaparición de reptiles en la ciudad? -preguntó con sarcasmo el juez.

- Pues, no señoría. Lo más parecido a una serpiente en la zona es el propio banco ondulante.

- ¡Lo que faltaba! ¡Uno, hablando de animales exóticos y, el otro, de fenómenos paranormales! Los veo muy inspirados hoy. O me traen algo más tangible o cerraré las diligencias archivándolas por falta de pruebas de delito o de autoría, al menos. ¡Ya se pueden ir que por hoy, ya he tenido suficiente!

El tono de enfado del juez se podía considerar como de grado superlativo. Éste había abierto el periódico con genio cubriendo su rostro para dejar claro que los echaba. La fiscal intentó decir alguna cosa, pero tanto el forense como el cabo la cogieron por los brazos y la invitaron a salir con discreción. A fin de cuentas, era la primera guardia de la fiscal en la ciudad, conocía poco al juez y había que proteger su integridad, pensaron los dos.

Una vez fuera del despacho el forense entregó una copia del informe a Irene y ésta invitó al cabo a sentarse en su despacho.

- Tenía que haberme dejado contestarle. ¡Tanta prepotencia me exaspera!

- No vale la pena, se lo aseguro. Conozco al juez desde hace tiempo y siempre se comporta así. Es desagradable pero riguroso en el trabajo. Hay algunos que ni hacen ni dejan hacer y, además, son antipáticos. Forma parte del lote en este trabajo.

- ¿Hablaba en serio cuando se refería al banco ondulante?

- ¿Usted qué cree? Pero tan irracional es encontrar una serpiente amazónica en el Park Güell como pensar que el banco tenga vida propia.

- ¿Quizás más irracional es la segunda opción, no cree?

- Si usted conociera el parque como yo quizás vería las cosas de otra manera.

- ¿Es una proposición?

- Sí. Le reitero, si me permite, la que ya le he hecho en el Park Güell esta mañana. Mañana estaré libre y usted también porque está saliente de guardia. Puedo pasarla a recoger donde diga y a la hora que me diga. Yo le aconsejo que hagamos la primera visita a media tarde para ver como el sol se pone sobre el parque.

- Veo que no tiene ningún tipo de problema en planificar mi tiempo libre. Tengo que reconocer que ha conseguido intrigarme. Acepto. Pero que conste que es por el bien de la investigación. No pretenda flirtear conmigo, no mezclo nunca el trabajo con el placer. -Irene intentó hablar con sequedad para que el cabo no supiera lo que realmente sentía, lo que realmente deseaba: dejar que aquel chico de amplia sonrisa le enseñara el Park Güell y lo que quisiera, pero no al día siguiente, sino en aquel preciso instante.

- Nada más lejos de mis intenciones, señoría. Pasaré a buscarla mañana a las cinco por la fiscalía.

- ¡Ah! Y otra cosa. Si mañana continúa con el tratamiento oficial no hace falta que venga.



 


Currículum de Carme Guil