El presidente del patronato de la Sagrada Família, Joan Rigol, salió ayer «reconfortado» de la reunión mantenida con Rolf Katzenbach y Wolfram Jäger, los dos técnicos enviados por la Unesco para escuchar las razones tanto del patronato del templo y de las asociaciones vecinales, contrarias al paso del túnel del AVE por el lugar, como del ayuntamiento, la Generalitat y Adif, gestor de infraestructuras que ya ha iniciado los trabajos de construcción de la polémica construcción.
Después de una corta visita a las obras –la lluviosa tarde no acompañaba–, suficiente para comprobar la cercanía entre las obras y el templo iniciado por Gaudí, y de una reunión de dos horas y media, el arquitecto jefe Jordi Bonet del templo explicó que, «como mínimo», han escuchado sus argumentos, algo que a su entender no había sucedido aún. Ahora, con los argumentos de unos y otros –estarán en Barcelona hasta el miércoles, recabando información–, estos técnicos harán pública su postura a principios de marzo, según explicó ayer Rigol.
Los encargados de mostrar la inquietud del patronato del templo a los enviados de la Unesco fueron el arquitecto Carles Buxadé y el ingeniero industrial Santiago Cardenal. Ambos coincidieron en apuntar que el problema está entre las características de la estructura y la situación del túnel, en lo que se refiere a su profundidad. «Ya tenemos un túnel y pasa más cerca que el del AVE (el del metro, en Provença), el problema es que el planteado en la calle de Mallorca es más profundo y modifica de forma sustancial los terrenos que aguantan la fachada de la Glòria, profundamente desconocidos», como los definió Buxadé.
El equipo técnico del templo mostró a los técnicos de la Unesco sus informes, que concluyen que la estructura de la catedral de Gaudí –cuya fachada del Naixement y Cripta fueron catalogados como patrimonio mundial en el 2005– es «extraordinariamente frágil». «Como el cristal, puede romperse sin avisar», advirtió el veterano arquitecto.
PEOR EL REMEDIO / Sobre la pantalla protectora subterránea de columnas de hormigón de 240 metros de longitud que Adif ha empezado a construir para proteger el templo, Buxadé observó que «puede ser peor el remedio que la enfermedad», ya que su construcción altera mucho el «impredecible» terreno.
Cardenal quiso insistir en que el problema no es el túnel, sino las características del terreno. «El de la plaza de Catalunya ni siquiera tiene cimientos y no pasa nada porque el terreno es durísimo, pero aquí es tremendamente arenoso», argumentó el ingeniero, que también incidió en que los informes de Adif son «muy optimistas» e «imaginan» las tuneladoras como «máquinas perfectas».
Conscientes de que todos sus intentos de frenar la construcción pueden verse frustrados por hechos consumados –mientras los técnicos internacionales se reunían con el patronato, las máquinas seguían con su trabajo casi como si nada–, Rigol quiere quemar hasta el último cartucho posible para defender lo que considera un monumento «apreciado por todos». «Me paran por la calle para preguntarme sobre la Sagrada Família», explicó. «Solo la duda sobre si el túnel puede o no perjudicar al templo, ya va a nuestro favor», concluyó.
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