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Conferencia del arquitecto cubano Daniel Taboada, en la segunda jornada de La huella catalana en el Caribe |
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Este martes 7 de julio, la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas acogió la segunda jornada de la estación cubana del programa La huella catalana en el Caribe, dedicada en esta ocasión a la presencia del modernismo catalán o art nouveau en la arquitectura de la Isla. La primera parte de la sesión comprendió una conferencia magistral del arquitecto Daniel Taboada, quien decidió —atendiendo a la extensión del tema propuesto— referirse a la influencia de ese movimiento en la capital cubana. Daniel Taboada Según explicó Taboada, la irrupción del modernismo catalán en la arquitectura habanera y cubana ocurre durante el período del “eclecticismo”, que tiene un poco de todos los estilos y cada constructor y dueño de propiedad escoge cuál es el que debe predominar en su obra. Apuntó que el art nouveau cubano, salvo raras excepciones, es aplicado, superficial, presente sobre todo en las fachadas, porque a veces ni siquiera entra a las edificaciones. Destacó, entre los elementos constructivos traídos por los catalanes a la Isla, las columnas y los abovedados, cuya estructura ha resistido el paso del tiempo y las complejidades del clima en Cuba. El arquitecto recorrió algunas de las edificaciones habaneras que evidencian la huella del art nouveau, la cual se manifiesta claramente en la carpintería y en los muebles, algunos mejor preservados que las propias construcciones. Puso abundantes ejemplos de puertas, lucetas y otros elementos funcionales y ornamentales de las casas, que constituyen la prueba de la presencia de este movimiento en el período ecléctico, particularmente en las primeras décadas del siglo XX. El arquitecto cubano dedicó una parte de su intervención a los pisos de losa catalana. Los pisos se caracterizaban, según explicó, por el diseño de alfombra, es decir, como centro de algún espacio, distinguiéndose de las paredes. Además, hizo énfasis en los azulejos, que destacan por sus diseños, colorido y relieve. El art nouveau también está presente en varios monumentos de la capital, según apuntó Taboada. Destacó el que se encuentra en la antigua Plaza de San Juan de Dios, que se dedicó a conmemorar la figura de Miguel de Cervantes, y que posee en la base detalles que responden claramente al modernismo. La huella catalana Durante la segunda parte de la jornada se celebró un panel sobre la presencia catalana en la arquitectura cubana, con la participación de la fotógrafa Pilar Aymerich, la historiadora Isabel Segura, ambas de la delegación catalana, y las cubanas María Victoria Zardoya, arquitecta, y Claudia Felipe, historiadora del arte. Pilar Aymerich, quien inauguró durante la primera jornada de La huella catalana en el Caribe su exposición Barcelona-La Habana, el espejo modernista, basó su intervención en la fascinación que ha sentido siempre como artista por los cementerios, sitios que considera un reflejo diáfano de los modos de interpretar la vida de los habitantes de las ciudades y comunidades donde se encuentran enclavados. A continuación, Isabel Segura, comisaria de la muestra, se refirió a los estilos que conviven en el cementerio de Montjuïc, en Barcelona, y lo comparó con su homólogo de Colón, en La Habana, precisamente uno de los ejes temáticos de la exposición, que se encuentra abierta en la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas. Por su parte, la arquitecta María Victoria Zardoya retomó la importancia de la inmigración de origen español en la conformación de determinados rasgos de la arquitectura habanera a inicios del siglo XX, y mencionó a varios maestros de obras, entre ellos Mario Rotland, considerado uno de los principales difusores del llamado art nouveau en la capital cubana. Finalmente, la historiadora del arte Claudia Felipe recorrió la crítica cubana acerca de los estilos arquitectónicos, para evidenciar el “lugar movedizo” que tuvo en la teoría el aporte catalán a las construcciones habaneras, y cómo estuvo sujeto a polémica más que nada debido a pugnas gremiales. Apuntó además que esa actitud evolucionó hasta el reconocimiento del legado que los inmigrantes procedentes de esa región española dejaron en la capital cubana y otras regiones del país. | |
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