AÑO DALÍ 2004

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AÑO DALÍ 2004

Artículo de Información

Salvador Dalí, en el jardín de espejos de su propia obra literaria

El mejor escritor surrealista de todos los tiempos (o sea, Salvador Dalí) estaba obsesionado con los recuerdos intrauterinos, la muerte del hermano y la conciencia de la muerte, la expulsión del grupo surrealista, el paisaje, el erotismo, el instinto sexual, la gloria, la gastronomía, la escatología, la alquimia, la ecuación espacio-tiempo, el cuerno del rinoceronte, las ruedas combinatorias de Ramón Llull, la teología natural de Raymond de Sebonde, el tratado de Paracelso, la arquitectura inspirada del gótico mediterráneo Gaudí, la poética anti-Julio Verne de Raymond Roussel, no profanar tumbas injustas, exhumarlos y enterrarlos de nuevo, pero en el más suntuoso de los mausoleos futuristas imaginado por Nicolás Ledoux... Y con Gala.

Compendio de un siglo

Lector voraz, dotado de una vastísima cultura y de un enciclopédico saber, Salvador Dalí, apasionado de Gala, creó una obra literaria tan sublime como la artística desde 1919 hasta el final de sus días. Su pintura y su literatura son el compendio de un siglo. Como subraya Montse Aguer i Teixidor, comisaria del Año Dalí y directora del Centro de Estudios Dalinianos de la Fundación Gala-Salvador Dalí, era imprescindible, necesaria y vital la edición de estas Obras Completas. Muchas personas no conocen la cara oculta, la vida secreta de este animal literario y artístico. Dalí era un maestro en el arte de la entrevista, un erudito en los ensayos sobre arte y ciencia y un precursor de la novela moderna. Dalí se desnuda ahora, con en estas Obras Completas, ante su gran público gracias a los esfuerzos de Ediciones Destino, la Fundación Gala-Dalí y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales que pilota Luis Miguel Enciso. Ayer, en la Casa de América, Montse Aguer, Joaquín Palau y Mauricio Bach, director editorial y editor de Destino y Enciso presentaban los dos primeros volúmenes, autobiográficos, del genio.

En el prólogo al tomo segundo, que agrupa «Las pasiones según Dalí» (en colaboración con Louis Pauwels) y «Confesiones inconfesables» (con André Parinaud), Montse Aguer apunta las claves de los dos escritos autobiográficos: Dalí añade nuevas perspectivas y contradicciones que nos ayudan a comprender su estancia americana (vivió en Estados Unidos desde 1940 a 1948). «Avida Dollars» le bautizó André Breton, retorciendo las palabras del nombre. En esos años 40, confiesa Dalí: «Disfruto de la gloria que me han dado y que los grandes medios de idiotización colectiva aumentan. Desde que desembarqué por primera vez en Nueva York, hice saber a todo el mundo que estaba dispuesto a aceptar cualquier encargo bien pagado. ¡Escándalo entre los surrealistas! ¡Dalí hace frascos de perfume, alfombras, corbatas!». Y recurre a su admirado Miguel Ángel para clausurar la cuestión: «Pero esos incultos, que se complacen con la miseria humana, no saben que Miguel Ángel pintaba jarrones para el Papa y que diseñó los uniformes de la Guardia del Vaticano. No hay ninguna deshonra en marcar el propio siglo en el mayor número de ámbitos posible, y además no hago nada en moda, en muebles, en decorados, en ballets, en joyería, que no sea puro Dalí».

Y en literatura emerge el puro Dalí, anarquista y revolucionario, provocador y barroco, genial e imprescindible. Por vez primera se traducen al castellano «Las pasiones según Dalí» y «Un diario: 1919-1920». Y se ha limpiado de la hojarasca de la censura «Confesiones inconfesables». Aún queda más Dalí, e inédito, en narrativa y ensayo.

ANTONIO ASTORGA
ABC
Viernes, 28 Noviembre 2003



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