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La paranoia de un genio pintor
El hispanista irlandés Ian Gibson, autor de una biografía
de Salvador Dalí, desentraña algunos de los misterios de
la vida del pintor catalán, un hombre narcisista, inseguro y difícil.
Era un hombre egocéntrico, perfeccionista y de trato difícil.
Pero es uno de los artistas más admirados del mundo. “El
año mismo en que mi prestigio alcanzaba su punto culminante, me
encontraba en el ocaso de mis posibilidades económicas”,
escribió Salvador Dalí. Con motivo de la celebración
en 2004 del centenario del nacimiento del pintor catalán, su vida
cobra más actualidad que nunca.
Después de escribir las biografías de José Antonio
Primo de Rivera, José Calvo Sotelo y Federico García Lorca,
el escritor irlandés Ian Gibson -nacionalizado español-
publicó la vida novelada de Salvador Dalí hace ya cinco
años. El Museo de Arte Contemporáneo Unión Fenosa
en A Coruña fue el escenario en el que Gibson desentrañó
desde una visión directa, biográfica y analítica,
intimista y desenfadada, la vida de Dalí.
Su obra, La desaforada vida de Salvador Dalí, nos traslada con
inusual cercanía al trasfondo catalán de su familia, a su
especial relación con Lorca y Buñuel, la llegada de Gala,
su incorporación al movimiento surrealista de André Breton
y a la decadencia del artista.
“El Dalí que me interesa es el Dalí joven. A los
doce años empezó a pintar al óleo cuadros impresionistas
y produjo gran cantidad. Después, hacia 1926-27, empezó
a pintar obras surrealistas, antes de conocer a Gala y a los surrealistas.
Y a partir de ahí su pintura no ha evolucionado”, explica
el hispanista irlandés, que actualmente está trabajando
en dos proyectos: El Dalí esencial, que será publicado en
2004, y una biografía de Antonio Machado, que verá la luz
en 2005. “Antes de que se hiciera más y más famoso
y tuviera mucho dinero, Dalí es capaz de pintar un cuadro surrealista
genial tres años después de pintar uno cubista igual de
bueno”.
Obsesión por la fama
“Dalí es un tímido patológico”, asegura
Gibson. “Para contrarrestarlo, trata de estar físicamente
muy atractivo, cuida cada gesto y cada detalle. Quiere ganar dinero, ser
famoso, dominar a los demás. Pero sigue siendo un hombre muy inseguro”.
Los diarios adolescentes de Dalí revelan que a los 20 años
el pintor ya tenía muy claro que una de sus mayores aspiraciones
en la vida era conseguir la admiración de los demás, señala
Gibson. “Su obsesión por llegar a ser un genio llega al punto
de elaborar un programa con tan sólo 16 años para conseguirlo”.
El pintor catalán se refiere muchas veces al cabo de Creus en
su obra. Durante años, el viento y el mar han esculpido las rocas,
pero tan rápidamente que nunca mantienen una forma determinada.
Desde niño, Dalí acudía allí para reflexionar.
Y así comienza a engendrarse su “visión doble”
de la vida, su obsesión de que las cosas pueden cambiar de repente.
“Para él, es un orgullo saber que a Gaudí también
le influyó el cabo de Creus”.
El artista y su familia
“La familia de Dalí influye muchísimo en su obra y
en su personalidad”, señaló el escritor. La tramontana
que sopla en el valle gerundés del Ampurdán puede afectar
las emociones con la misma facilidad que desestabiliza el mar, dicen los
habitantes de la zona. A los 20 años, Dalí se enteró
de que su abuelo se había suicidado víctima de la locura
después de haber intentado escapar del viento. “El descubrimiento
de este hecho es muy traumático para el pintor, que comienza a
temer por su salud mental”, dijo Gibson. “Llega a creer que
simulando la paranoia, anticipándose a su posible demencia, no
se va a volver loco. La locura y la muerte obsesionan a Dalí hasta
el final”.
El padre de Dalí también constituyó un grave problema
para él. Era capaz de ser tan violento que asustaba a su hijo.
Dalí habría querido ser como su padre, le admiraba, pero
al mismo tiempo le temía, explicó Gibson. “Dalí
quizá hereda la violencia paranoica de su padre”. En sus
obras, Dalí no habló apenas de su madre -muerta cuando él
tenía 17 años- pero da a entender que la adoraba, porque
fue ella quien incentivó su faceta artística.
En 1973, un psicoanalista francés hizo creer a Dalí que
la culpa de su “locura” era su nombre: Salvador. El mismo
que el de un hermano mayor del pintor catalán, que murió
nueve meses antes de nacer él.
Un momento culminante en la vida de Dalí fue cuando su padre le
envió a estudiar a Madrid. Allí conoció a Lorca,
que se enamoró locamente del pintor, y también allí
conoció la obra de Freud, cuyos ensayos sobre la sexualidad infantil
ejercieron gran influencia en el pintor, explica Gibson. “Dalí
busca en Freud una terapia. Para Dalí, Freud es un padre más
poderoso que su propio
padre. Siente algo así como si Freud le diera permiso a Dalí
para hablar de la realidad y reflejarla en su obra. Un permiso que no
obtiene de su padre”. El pintor catalán fue también
testigo del manifiesto surrealista de 1924. En esos años, él
y Freud llegaron a la vez para Dalí, y le ayudaron a librarse de
sus obsesiones. “Dalí es un revolucionario que cuando ve
que los surrealistas hablan de revolución, les sigue”.
“Sin embargo”, explica Gibson, “la obra del catalán
añade algo más a la pintura de los surrealistas: crea una
angustia, una terrible soledad, que no se encuentra en los otros”.
“Es una tragedia que la mayoría de las obras de Salvador
Dalí no estén en España”, criticó el
hispanista irlandés Ian Gibson durante su conferencia en el Museo
de Arte Contemporáneo Unión Fenosa, en A Coruña.
“La gran retrospectiva itinerante de Dalí, que empieza en
Venecia, no va a venir a España. En mi opinión, es un grave
error porque el pintor catalán dejó su obra al Estado Español.
La retrospectiva internacional de Dalí no visita España
Es una injusticia que los jóvenes españoles no puedan ver
esa exposición a menos que se costeen el viaje a Venecia o al resto
de ciudades a las que va a ir la retrospectiva”, denunció
el escritor. Montse Aguer, comisaria del Año Dalí y directora
del Centro de Estudios Dalinianos de la Fundación Gala-Salvador
Dalí explica las razones por las que han elegido esta opción.
“La Fundación lleva años realizando exposiciones por
todas las ciudades españolas. Dalí aquí es muy conocido,
y por eso necesitábamos proyectar más su figura a nivel
internacional”. Aguer se muestra convencida de la importancia de
“no limitar Dalí sólamente a España donde,
además, durante este año va a estar muy representado a través
de conferencias, simposios y exposiciones”. La portavoz de la Fundación
señala que “en España siempre tenemos una gran retrospectiva,
que es la Casa-Museo Dalí, en Figueras”.
ANA MARTÍNEZ
Expansión
Lunes, 22 Diciembre 2003
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