120 aniversario
de Gaudí al frente de la Sagrada Familia
Gaudí,
mucho más
que un Genio
La fachada del Nacimiento es una obra maestra realizada con el auxilio
de todas las resonancias armónicas. Frente a ella, Federico García
Lorca me decía escuchar un griterío, un jaleo de gritos
sonoros tan fuertes que resultan cada vez más estridentes a medida
que la fachada se levanta hacia el cielo, hasta mezclarse con las trompetas
de los ángeles en una algazara gloriosa que nunca pudo soportar
durante mucho tiempo.
(Salvador Dalí, Prólogo a La visión artistique
et religieuse de Gaudí, de C.Prévost y R. Descharnes, 1969)
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El 3 de noviembre de 1883 Antoni Gaudí Cornet asumía el
proyecto y dirección de las obras del Templo de la Sagrada Familia,
hace ahora 120 años.
Un hecho, un acontecimiento muy importante para el arquitecto, para Barcelona
y Catalunya, para la Iglesia, para mí y quizás para usted.
Años antes, Josep Mª Bocabella i Verdaguer, librero, fundaba
el 1 de octubre de 1866 una Asociación Espiritual de Devotos de
San José, publicaba un boletín, y recogía donativos
para levantar un Templo.
Los afiliados a dicha Asociación eran 500.000 en 1878 (casi tantos
como habitantes tenía Catalunya; más del doble de la población
de Barcelona).
El 31 de diciembre de 1881 Bocabella compraba por 1.033 euros el solar
en donde se ubica hoy el Templo en construcción de la Sagrada Familia.
El 19 de marzo de 1882 se colocaba la primera piedra del Templo proyectado
por el arquitecto Francesc de Paula del Villar. En el acta fundacional
se decía entre otras cosas:
"Se coloca la primera piedra de esta iglesia expiatoria.
Sea esta obra para mayor honra y gloria de la Sagrada Familia.
Despierte de su tibieza los corazones adormecidos. Exalte la Fe. Dé
calor a la Caridad..."
Desde el primer momento Gaudí recoge el fin del encargo, resumido
en las palabras escogidas anteriormente con motivo de la colocación
de la primera piedra.
Desde 1883 y hasta 1926, año de su muerte, Gaudí trabajó
en el Templo. Más de 42 años dedicados a la construcción
de una obra majestuosa por sus dimensiones, por sus formas, por sus símbolos,
en las que Gaudí nos va transmitiendo todo su saber humano y divino,
fruto del estudio profundo, del trabajo, del sacrificio y de la oración.
Y así es.
"El Templo de la Sagrada Familia es expiatorio. Eso significa
que ha de nutrirse de sacrificios; si no se pudiese nutrir de ellos
sería una obra censurable y no se acabaría. La palabra
expiatorio es la que provoca sentimientos de indignación en los
sectarios..." comentaba Gaudí.
Con motivo de mi participación desde el año 1992 en la
Asociación que promueve la beatificación de Antoni Gaudí
he podido constatar en muchas ocasiones que esta obra del Templo despierta
corazones, exalta la fe y enciende la caridad, y estudiando las obras
y el pensamiento de Gaudí, los documentos y los testimonios sobre
su vida y su comportamiento, son muchos a los que nos ayudan su vida y
sus opiniones.
Al igual que a otros les mueven políticos, artistas, deportistas
o religiosos, creo que a Gaudí merece la pena tenerlo en cuenta
como modelo, hombre de vida de fe y de cultura, ejemplo para el siglo
XXI:
"Su afición armónica por la naturaleza y el
medio ambiente,... el hálito divino que palpita en sus obras,...
es un evangelizador de Dios en el mundo, al mismo tiempo que un gran
arquitecto" (Yun Young-Joo, directivo de la Cámara de
Comercio e Industria de Pusan, Corea).
En estos últimos años de múltiples exposiciones,
conferencias, publicaciones, sobre la figura del insigne arquitecto, creo
que es el momento para descubrir, resaltar, profundizar, en la dirección
que Gaudí nos indica, es una gran oportunidad y tenemos la suerte
de tenerlo tan cerca.
Gaudí nos enseña: la Pedrera es una peana que debe soportar
un grupo escultórico no realizado; la casa Batlló nos eleva
a la armonía entre lo humano (cumbrera de la cubierta llena de
cántaros) y lo divino (remate en cruz); la Sagrada Familia es un
Templo en construcción que promueve el arzobispado de Barcelona,
con los donativos y sacrificios de muchos, las escuelas de la Sagrada
Familia son en la proyección en planta tres corazones entrelazados,
representando Jesús, María y José
(descubierto por el fallecido arquitecto Francesc de Paula Cardoner).
Nos han informado y explicado la arquitectura de Gaudí, su aportación
a la construcción, al diseño, a la moda. Gaudí es
mucho más, es hora de descubrir su fuerza interior, su amor.
"La vida es una batalla, para combatir se necesita fuerza y
la fuerza es la virtud, que sólo se sostiene y aumenta con el
cultivo espiritual, esto es, con las prácticas religiosas".
"El arquitecto es un gobernante en el más alto sentido
de la palabra, porque no encuentra la constitución hecha, sino
que la hace él. Por eso, a los grandes gobernantes se les llama
constructores de pueblos".
Gaudí dirigía todos los trabajos personalmente, hasta
las maniobras del peonaje. Sus métodos de organización despertaron
curiosidad y los colegas de la ciudad empezaron a criticarle como deseoso
de singularizarse:
"El trabajo -comentaba- es fruto de la colaboración, y ésta
sólo puede basarse en el amor. El arquitecto se ha de saber aprovechar
de lo que saben hacer y de lo que pueden hacer los operarios. Se ha
de aprovechar la cualidad preeminente de cada uno. Esto es: integrar,
sumar todos los esfuerzos y tenderles la mano cuando se encallen; así
trabajan a gusto y con la seguridad que da la plena confianza en el
organizador.
Además, hay que recordar que no hay nadie inútil, todos
sirven (aunque no todos con la misma capacidad); la cuestión
es encontrar para qué sirve cada uno".
Son más de once años transcurridos desde que propusimos,
cuatro profesionales y un sacerdote, la beatificación de Gaudí,
algo que ya muchos dijeron, pensaron y pintaron anteriormente. El proceso
está oficialmente abierto en Roma, desde el pasado 9 de julio,
en donde se estudia la validez de los documentos presentados. Son muchos
los que tienen devoción privada al insigne arquitecto, los que
se interesan por recibir una ayuda, material o espiritual, por conocerle.
A principios de octubre participé en Lima en el "Encuentro
Internacional, Gaudí: arquitecto de Dios"; asistieron durante
los tres días del evento, una media de 1.800 personas, principalmente
estudiantes de arquitectura, profesores y arquitectos.
En el estrado, delante de aquellos cientos de personas, pensaba en la
grandeza de Gaudí; su decisión de aceptar el encargo de
las obras de la Sagrada Familia, hace ahora 120 años, y su sacrificio,
hacía que pudiera estar allí, intentando aportar un poco
de su vida y de su obra a aquellas personas, deseosas de saber, conocer,
compartir, su amor y su arquitectura.
Como muestra del bien que hace Gaudí, recibía un día
después de terminarse el evento, un correo electrónico de
una participante, arquitecta de Lima, que decía entre otras cosas
lo siguiente:
"Recién ahora veo que Gaudí no se quedó
en el servicio al prójimo, cuidándolos o tratándolos
bien. Su amor a Dios (y al prójimo) lo manifestaba en sus obras
siguiendo las leyes de la naturaleza como obra divina de Él y
poniéndole mucho amor a lo que hacía...
Este Encuentro ha significado mucho para mí, mas de lo que yo
misma imaginé. Ha sido una invitación a la búsqueda
de mí misma para encontrar a Dios (nuevamente). De eso se trata
la vida ¿no?".
José Manuel Almuzara Pérez
Arquitecto
Presidente de la Asociación Pro-Beatificación de Antoni
Gaudí
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