A continuación las novedades respecto a la Sagrada Familia desde el último Gaudinews.
La Sagrada Familia se abrirá al culto en septiembre de 2010
Cuando unas obras se eternizan y parece que no acaban nunca, el dicho popular asegura que “duran tanto como las de la Sagrada Familia”. Joan Rigol, presidente del patronato, afirmó ayer que en septiembre de 2010 ya no se podrá decir. En esa fecha el interior del edificio estará acabado y la Sagrada Familia empezará a utilizarse para el culto de forma regular. De hecho, las obras acabarán antes.
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4. El Hotel de Gaudi en Nueva York
Hace unas semanas, curioseando en algunas hemerotécas digitales, me topé con esta interesantísima reseña sobre arquitectura redactada por Joan Bassegoda Nonell, Conservador de la Real Cátedra Gaudí y publicada en ABC allá por el año 2003.
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5. GAUDÍ, SUBIRACHS, Y LA FACHADA MILITAR
Cuando finalizaba mi libro sobre Josep Mª Subirachs y la fachada de La Pasión me acerqué a dar una vuelta por la Sagrada Familia. Hacía meses que no lo hacía, y al divisar el templo desde lejos, a medida que me acercaba se agudizaba mi sensación de verlo como si fuera la primera vez, advirtiendo dos características que nunca me había planteado: Que existían ciertos puntos de conexión entre las vidas de Antonio Gaudí y Subirachs, y sobre todo, que la Fachada de La Pasión era un auténtico desfile militar.
La existencia de Gaudí se forjó con el fuerte sentido antimilitarista que lo rodeaba como secuela de la Guerra de Independencia contra la ocupación francesa, y transcurrió a través de una serie de batallas entre carlistas e isabelinos que dejaron un reguero de muertes civiles. Más pronunciamientos militares, derogación de la monarquía para dar paso a una república que sería posteriormente anulada para reinstaurar el régimen monárquico, y guerras contra la insurrección de las colonias de ultramar. Sin tregua, seguirían numerosos hechos trágicos, como la bomba colocada en 1893 en el Teatro del Liceo con 30 víctimas mortales más un centenar de heridos entre los espectadores, y la llamada Semana Trágica en Julio de 1909, con la pérdida de 100 vidas y convirtiendo las calles de Barcelona en campos de batalla que el arquitecto trataba de ignorar yendo y viniendo a las obras entre disparos, para no detener su trabajo en La Pedrera, el Parc y la Cripta Güell, la Sagrada Familia y sus escuelas, la Sala Mercè y la remodelación de la catedral de Mallorca, entre otros encargos menores.
Pero no nos equivoquemos ante su aparente indiferencia. Las armas y los uniformes le impactaban hasta hacerle perder los estribos, aunque al parecer durante años consiguió llegar a un pacto consigo mismo no dejando que los hechos bélicos lo amilanaran ante los demás. Así y todo, las consecuencias lo afectaban de manera profunda. Era un hombre compasivo y el dolor que tuvo ocasión de contemplar lo plasmó en la Sagrada Familia creando dos crónicas de piedra. Una, en un capitel de la Capilla del Rosario con un terrorista recogiendo de manos del diablo una bomba Orsini del mismo tipo de la que explotó en el Liceo, y la segunda denuncia, más comprometida por ser una referencia al poder, colocando a un descomunal soldado de Herodes abatiendo con una espada de hierro a varios niños, en la Fachada del Nacimiento.
(El mozo que se prestó a posar medía casi dos metros de altura y servía en una taberna cercana. Al hacerle un vaciado en yeso, el modelista le comentó a Gaudí que aquel hombre tenía seis dedos en cada pie y sería necesario retocarlos para la estatua, a lo que el arquitecto contestó: No, será mejor dejarlo tal cual, así quedará más realzada su brutalidad. Y así se hizo la figura, con la malformación a la vista, algo que apreciará quien pueda situarse a la altura precisa para verlo en su pedestal.)
Todas esas vivencias provocaron en el arquitecto un rechazo a los uniformes del que surgieron numerosos encontronazos con la policía en sus últimos años. Así le pasó durante una edición de los Juegos Florales, donde gracias a la providencial aparición de un amigo influyente no acabó en el calabozo, algo de lo que no se libró el 11 de Septiembre de 1924, cuando al disponerse a entrar en la iglesia de los santos Justo y Pastor y encontrarse con un guardia prohibiéndole el acceso al interior por temas políticos, Gaudí, hablándole en catalán, se enfrentó con él: ¡Sólo el señor obispo podría prohibirme la entrada!- protestó, muy alterado.
Entre voces e insultos Gaudí fue detenido y encerrado en el calabozo con una sanción de 50 pesetas, doble cantidad de la exigida a su compañero de celda, un vendedor ambulante. Al saber que éste no disponía de dinero para pagar su libertad y viendo posiblemente en él a uno de sus antepasados, marchantes venidos de Francia huyendo de las guerras del siglo XVII que asolaron el vecino país, Gaudí avisó a un sacerdote conocido para que abonase las multas de ambos. En otra ocasión, el ensayo de una banda del Ejército en los terrenos de la Sagrada Familia volvió a enfrentarlo con el joven que mandaba el destacamento, y ya la cosa estaba llegando a mayores cuando alguien informó al militar de que el arquitecto era un conocido de su padre, serenándose la situación.
Pero el destino es caprichoso y al final de su vida Gaudí tampoco se libró de empuñar un arma, viéndose en la situación de formar parte sobre 1920 del grupo armado del Somatén, en Riudoms, el pueblo de su padre que se disputa con Reus ser la cuna del arquitecto y al que tan unido estuvo siempre. Como sorprendente fue el día que sufrió el mortal atropello por un tranvía de la línea 30, y de los muchos curiosos que pasaron ante el anciano herido, el único que se paró y decidió recogerlo para llevarlo personalmente a un centro médico de urgencia, fue Ramón Pérez Vázquez, un joven de 25 años natural de La Puebla do Caramiñal, en La Coruña, recién llegado a Barcelona para incorporarse a su destino como miembro de la Guardia Civil.
De la biografía de Josep Mª Subirachs extraemos que -igual que Gaudí-, el escultor fue criado por unos padres volcados en su cuidado, viviendo desde los 4 años una existencia política agitada en un país que experimentaba todos los cambios posibles, a través de monarquía-república-guerra-dictadura-monarquía, cruzando tres años devastadores con su buena ración de tragedias, bombardeos y miedo, época seguida por una posguerra de uniformes omnipresentes y temor. Si Gaudí se las apañó para cumplir un ligero servicio militar de tres años que le permitió estudiar sin ser destinado al frente en la última guerra carlista, Subirachs mejoró la experiencia librándose de la milicia por ser hijo de un hombre de edad avanzada. Y si el arquitecto decidió colocar a un soldado en la Fachada del Nacimiento, el escultor instaló a ¡Veinticinco!
De piedra y bronce, un batallón de soldados monta guardia en la fachada de La Pasión. Uniformados en clave gaudiniana con armaduras y cascos, Subirachs los provee de un vasto arsenal que abarca espadas, una lanza, porras, cañas, incluso un atado del brezo con que se flageló a Cristo.
Vistas de frente, las 13 esculturas en piedra arenisca de La Floresta, Barcelona, se reparten a lo largo de tres niveles de la siguiente manera: En el nivel 1º se encuentran 3 en el grupo La traición de Judas, otras 2 flanquean al Excce-Homo, y 1 guarda la escena incrustada en la pared mientras Pilato procede al Lavatorio de manos. En el nivel 2º los soldados son, 2 a la derecha de La Verónica, le sigue 1 a caballo, El soldado Longino, clavando su lanza en el muro, y sobre él, en el nivel 3º, 4 soldados forman el grupo de El juego de dados, donde tres figuras se juegan las vestiduras de Jesús sentados en la misma posición que El Pensador, de Rodin, siendo observados por un cuarto militar tallado en el muro tras ellos.
Formando un retablo vaciado en la puerta de la derecha, llamada De la Coronación, se muestran 3 de los soldados referidos en el texto evangélico de San Juan escrito en el mismo batiente. Debajo, en el centro, junto a los extremos interiores de las dos hojas el escultor diseñó el grabado frontal de 8 magníficos soldados, cuatro en cada una de ellas, dos sólo esbozados y dos completos, portando altas espadas verticales apoyadas en el suelo y sujetando la empuñadura con las manos, sin contar la tropa acompañante iniciada con leves trazos. Para finalizar esta suma faltará añadir 1 número más, si atendemos a la cabeza, o más bien el casco, que asoma entre las letras de las puertas centrales (y eso sin descartar que aparezcan otros camuflados entre los textos de la parte superior, poco accesibles a la vista), lo que arroja un limpio total de 25 militares en la fachada.
Conviene dejar claro que el artista no se inventa nada, todos los soldados presentes en las escenas bíblicas reproducidas, y muchos más, aparecen reseñados en el Nuevo Testamento. Es la voluntad de Josep Mª Subirachs al hacerlos figurar con tanta insistencia la que aporta novedad a esta iconografía eclesial. Y si a los militares se añaden las varias imágenes de reyezuelos y gobernadores que los acompañan, la fachada de La Pasión, en la Sagrada Familia de Barcelona, quizás deba considerarse la más politizada de las existentes en cualquier templo del mundo, sea cual sea su confesión. Buen tema para una tesis.
Dos soldados con cascos de inspiración gaudiniana en el grupo La Verónica. Fachada de La Pasión. Templo de la Sagrada Familia en Barcelona. (A.Mª.F.)
El soldado Longinos a caballo, clava su lanza en la fachada. Sobre él, tres soldados se juegan a los dados las vestiduras mientras un cuarto soldado los contempla, grabado en el muro tras ellos.
Por Ana Mª Ferrin
6. Por fin ha aparecido la película perdida de Gaudí
Un historiador catalán afirma poseer un documental ficcionado en el que el actor interpreta al genial arquitecto - El filme, de 1974, nunca se estrenó
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7. La finca güell
Historia sobre la Finca Güell en la avenida pedralbes, excsedede la real Cátedra Gaudí (1963-2009)
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8. Gaudí y el Orfeó Català
El 29 de junio de 1922 Antoni Gaudí visitó la sede del Orfeó Català. La Junta Directiva, teniendo en cuenta la categoría del arquitecto, le solicitó el autógrafo. Gaudí habitualmente se negaba, pero en aquella ocasión accedió, sin duda a causa de la amistad que tenía con el maestro Millet.
Pidió a su ayudante Francesc de P. Quintana que dibujara una alegoria de la entidad visitada con la figura de Orfeo tocando el arpa y rodeado de una serie de animales, todos cercados con una cenefa que encabezaba una cruz griega.
Gaudí escribió la dedicatória siguiente bajo el el dibujo:
“Al Cel, tots en serem, d’orfeonistes”. Dia de Sant Pere 1922. Gaudí
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