La importancia de Antonio Gaudi
Para hablar de Antonio Gaudí en términos técnicos y profesionales
podría remitirme a la época, a su contexto socio cultural, su formación,
recursos tecnológicos y demás detalles que abundan en los libros de estudiosos
de este arquitecto catalán. En este caso, prefiero pasar por alto esa información
y emitir mi opinión desde el lugar privilegiado de quien tuvo la suerte de conocer
su obra en persona.
Gaudí fue uno de esos arquitectos cuyo genio y originalidad (volver al origen)
es difícilmente imitable, por lo consiguiente no podemos decir que su obra haya
"hecho escuela", como en el caso de LeCorbusier, pero lo que es innegable es
que su obra despierta en quienes la conocen una sensación de desconcierto, sorpresa
y admiración. Al ver su obra, sin poder despegar los ojos, enderezar el cuello
y cerrar la boca, uno se llena de preguntas: ¿qué es esto?, ¿como
lo hizo?, ¿de cuándo es?. Y porqué no: ¿de qué planeta
vino?. Es que esa arquitectura-escultura, como las grandes obras, parecen no tener tiempo;
es como si siempre hubiesen existido, trascienden su época, y hasta su autor en
muchos casos.
Pero yendo puntualmente al aporte realizado por este genio, podría decir que su
influencia fue mayor en los arquitectos contemporáneos que en los de su época.
Se dice que una obra de arte es una flecha cuya parábola extiende los límites
de lo conocido y entendible mas allá de su tiempo. Es entonces cuando esta obra
alcanza su magnitud ya que aún hoy, en estos tiempos del minimalismo y la alta
tecnología, las construcciones de Gaudí respiran y cantan, están
vivas.
Creo que la enseñanza mayor es la de la libertad creativa, la capacidad del creador
de expresar su individualidad y autenticidad. La obra de Gaudí es una constante
fuente de inspiración, no en el sentido de la imitación en las formas (tan
trillada por estos tiempos y latitudes), sino por la actitud y acción. Cuando hoy
vemos a arquitectos como Frank Gehry, creador del Museo Guggenhein de Bilbao (España);
Santiago Calatrava, autor de la estación de trenes de Lyon-Satolas (Francia); o
Daniel Libedskind, ganador del concurso para reconstruir el Ground 0 (NYC, EEUU) y el
Museo del Holocausto de Berlín, es imposible no reconocer la semilla del catalán
en estas obras contemporáneas. Entrar a analizar pormenorizadamente el uso de formas
de la naturaleza, la ingeniería (verdaderamente ingeniosa) y demás detalles,
quedará para una lectura más especializada, pero como síntesis de
podría decir que viendo a Gaudí nos enamoramos una y otra vez del arte de
crear arquitectura.
Cuando visité estas obras, sentado frente a la Sagrada Familia y después
de realizar algunos dibujos, escribí estas líneas:
"Piedra, célula, muro, tejido.
Un bosque de espectacular violencia... dormida.
Raíces de la tierra que alimentan con su poderosa savia
un bosque de barros endurecidos
que se enroscan en un tallo
de imaginación perpetua
para formar el monstruo dormido
que entre tanto se despereza
y con una mano nos recoge
y con la otra nos eleva hasta su nido
de cielo."
Leonardo Pellegrini, Arquitecto y artista plástico
El tribuno
Jueves 6 de Mayo 2004
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