Los musicales sufren una caída de público en BCN
- El BTM seguirá apostando por el género pese a que
la asistencia es del 37%
Una imagen de un ensayo de Gaudí, en noviembre del 2002 en el Barcelona Teatre
Musical. |
Los orígenes del teatro musical en España hay que situarlos a finales
de los 70 en Barcelona. Aquellos años Dagoll Dagom, con Joan Lluís
Bozzo al frente, y la actriz Àngels Gonyalons pusieron de moda un género
con montajes como Glups!!, Mar i cel, El Mikado y la saga Memory. Unos 25 años
después, la mayoría de musicales de medio y gran formato no llenan
los teatros de Barcelona, una situación que contrasta con la que se vive
en Madrid, en la que los musicales triunfan. |
Pese a la crisis, el Palau d'Esports se convirtió en el Barcelona
Teatre Musical (BTM), un espacio con más de 2.500 butacas que pretende convertir
la ciudad en un referente del género. Pero en sus dos años largos de vida,
el teatro no ha cumplido las expectativas. Productores y artistas hablan sobre el BTM
y sobre el estado actual del musical en Catalunya.
El BTM es una instalación de propiedad municipal que explotan tres empresas,
la productora Focus, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y CIE. Desde la
inauguración, en noviembre del 2001 los datos de asistencia media no son buenos.
Según el informe de la asociación de empresas de teatro en la temporada
2002-2003 la sala tuvo una ocupación del 37,53%. Por espectáculos las cifras
no son mejores. En el 2002, Notre Dame de París fue visto por 53.549 personas,
una cifra que se tradujo en una floja asistencia: un 36,43%. El curso 2002-2003 Gaudí
atrajo a 55.259 espectadores, pero la ocupación alcanzó sólo el 33,01%.
RENOVACIÓN DE CONTRATO
Jordi González, director de contenidos de Focus, no considera que las cifras sean
tan malas. Según el ejecutivo, el BTM tiene una asistencia de 700 personas diarias.
"La ocupación de Notre Dame de París fue de 36%, aunque el número
de espectadores sea de 900 asistentes por función". No es una cifra baja.
"Llenar un teatro como éste es difícil", argumenta. Aunque reconoce
que se debe subir hasta los 1.200 asistentes diarios para que el local fuera más
rentable.
González niega que en el BTM vayan a dejar de hacerse musicales. Las tres empresas
han llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento para explotar el BTM un curso más,
el 2004-2005, que se puede prorrogar a la temporada 2005-2006. La sociedad Barcelona Serveis
Municipals (BSM) percibirá un alquiler menor que en la etapa anterior y, a cambio,
participará en los beneficios. Según Alfred Morales, director general de
la empresa, "el cambio es una apuesta del Ayuntamiento por el musical".
González avanza que el objetivo es traer musicales de renombre internacional,
como El fantasma de la ópera, "y apostar por piezas de autoría catalana",
dice Ramon Muntaner, delegado de la SGAE en Catalunya. Pero al margen del teatro musical,
el BTM programará otro tipo de disciplinas artísticas las próximas
temporadas, sobre todo danza y conciertos. Si algo está claro es que en el BTM
funcionan mejor otros géneros. En el 2003 El lago de los cisnes logró un
58,41% y la danza de Julio Bocca se acercó al 70% de asistencia.
Tanto González como Muntaner opinan lo importante que ha sido poner en marcha
una infraestructura como el BTM. "Barcelona no tenía un teatro como éste.
Tiene unas condiciones escénicas y técnicas que permiten montajes de gran
formato". "Hay musicales como El fantasma de la ópera y Notre Dame de
París que sólo se pueden hacer en sitios como el BTM", precisa González.
"El espacio se consolidará. Estamos creando un repertorio y un público",
apunta Muntaner.
Sergi Belbel, que dirigió el musical El temps de Planck, duda de que se trate
de un espacio idóneo. "Es demasiado grande para que pueda funcionar con una
programación diaria y ser rentable a la vez". Según el dramaturgo,
se debe "redefinir".
"Debería ser como el Auditori, con actuaciones puntuales", dice Belbel.
La coreógrafa Coco Comín, que prepara una versión de Fama, cree que
el lugar es importante, y el BTM para ella no es cómodo: "Parece un estadio.
Se ha construido un teatro para musicales sin que haya una larga tradición en este
género".
La especialidad tampoco funciona en otros teatros. El musical con más éxito
de ocupación la pasada temporada fue Poe, de Dagoll Dagom, con un 58%. En octubre,
el mismo grupo dio por finalizadas antes de tiempo las funciones de La Perritxola por
la baja asistencia (un 30%), y Hermanos de sangre, en el Novedades, ha bajado este febrero
hasta el 21,54%.
El principal problema de que se hagan pocos musicales es económico. Es el género
más caro, lo que hace bajar la producción, sobre todo cuando hay crisis
de taquilla. "Montar un musical para un teatro de 800 butacas cuesta 450.000 euros",
concreta Comín. "Interviene mucha gente: técnicos, actores, directores,
músicos". Tantos gastos elevan los precios. "Quizá pagar 36 euros
por una entrada es caro, pero no se puede decir que sean precios altos", afirma Gonyalons.
En Madrid se pagan 50 euros y las salas llenan.
Balañá es una empresa productora y exhibidora de teatro. La gerente María
José Balañá no quiere hablar de crisis: "Lo que ocurre es que
hace tiempo que no se hacen muchos musicales porque los últimos no han ido demasiado
bien". Bozzo sustenta que esta tendencia seguirá a la baja, al menos en el
sector privado. "Con tantos gastos llegará el día que sólo se
harán en coproducción con teatros públicos". Bozzo extiende
el problema a todo el teatro. "No está normalizado, y el musical forma parte
de ese estado".
EL MODELO ANGLOSAJÓN
En Madrid el musical que triunfa es el modelo anglosajón, que Belbel define como
"franquicias de Londres o Broadway". Son montajes muy espectaculares y populares
que cuentan con el respaldo de multinacionales. "No se repara en gastos, se promocionan
mucho, y aunque artísticamente tienen calidad, la creatividad es nula", aclara
Bozzo. "La solución no es copiar el modelo americano", piensa Belbel,
que apuesta por montajes "propios, mediterráneos y reconocibles como Glups!!".
Gonyalons tiene un punto de vista parecido y habla de "reinventar el musical".
Comín es muy crítica: "Los encuentro histriónicos, y los cantantes
parece que estén en la OTI". González opina que tienen su público.
"Barcelona debe seguir creando musicales propios pero los clásicos deben ser
franquiciados. Las nuevas producciones pueden resultar carísimas".
Para Balañá hay ejemplos que demuestran que los musicales madrileños
puedan funcionar en Barcelona: "Hello Dolly hizo más dinero en Barcelona".
Así, en el éxito de un montaje influyen muchos factores, algunos incontrolables:
"Depende de la obra, del teatro, del momento del estreno". Incluso de si los
protagonistas son conocidos. Para Gonyalons el problema es cíclico. "Volverán
a estar de moda".
JORDI SUBIRANA
El Priodico
Viernes 14 de Febrero 2004
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