Artículo de opinión
SAGRADA FAMÍLIA, NACIMIENTO
Tortugas de mar y de tierra
Entre macetas de flores, rodeado de viñedos y olivos,
animado con el cloquear del averío, el piolar de los pájaros
y el zumbido de los insectos, y con las montañas de Prades al fondo,
vi las más puras y placenteras imágenes de la naturaleza,
esta naturaleza que siempre es mi maestra. Son palabras de Gaudí,
a quien le entusiasmaba descubrir las leyes y los ritmos del reino vegetal
y de los animales, pasión que se refleja, sobre todo, en la Sagrada
Família.
Para estudiar la fauna, si no le era posible tener animales vivos, les
pasaba un alambre siguiendo la columna vertebral, para colocarlos en la
posición conveniente. En una ocasión, Gaudí no paró
hasta hallar un escorpión, hurgando entre las ruinas amontonadas
en un solar; observó la manera de cogerlo sin que pudiera hacerse
daño y llegó al taller mostrando el bicho y explicando dónde
pensaba ponerlo, pero en un momento de distracción recibió
un aguijonazo que le obligó a tirarlo diciendo: Por haberme
hecho daño, no te pondré.
De las cincuenta especies de animales que hay en la Sagrada Família,
la fachada del Nacimiento la primera que se acabó, en el
primer tercio del siglo XX es la más nutrida. Están
el buey y la mula, pelícanos, gallos, pavones... Llaman atención
las dos tortugas en la base de sendas columnas que dividen los tres portales.
Una es de mar (la que está más cerca del mar) y otra es
de tierra (más cerca del Tibidabo). Las patas de la de tierra son
mucho más pequeñas que las de la otra. Si las tortugas son
un símbolo de lo que no cambia, los dos camaleones que flanquean
la fachada expresan el cambio constante de la naturaleza.
DANIEL ROMANÍ
La Vanguardia
Miércoles, 20 Agosto 2003
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