Artículo de opinión
Gaudí
Antonio Gaudí revolucionó la ciencia arquitectónica
creando una nueva expresión estética denominada hoy, con
mayor o menor acierto, Modernismo. Si hasta él los constructores
basaban sus trabajos en bocetos trazados por la escuadra y el cartabón,
después del iluminado catalán los espacios se desarrollaron
con plena libertad de expresión y forma, más allá
del concepto de curva y recta.
Como Gaudí confesó, su estilo único
nació de su contemplación ensimismada de la naturaleza abstrayendo
sus cánones perfectos de funcionalidad y belleza para hacerlos
arquitectura; así consiguió abrir un universo de nuevas
posibilidades imaginativas ampliadas hasta lo que parecía imposible,
tanto en hermosura como en equilibrio de los materiales y la fuerza de
la gravedad. Este hijo descendiente de una humilde familia de caldereros
consiguió combinar madera, acero, hierro, piedra y cemento en obras
técnicamente puras y, al mismo tiempo, eximios regalos deleitadotes
de los sentidos. De todas estas afirmaciones, que se quedan cortas, son
testigos sus monumentos en Barcelona, Astorga, Mallorca, Nueva York o
Comillas.
Su fecundidad artística se forjó por la conjunción
de capacidad matemática fuera de lo común, privilegiado
don escultórico, voluntad de trabajo disciplinada y férrea,
talento egregio, ansia inagotable de saber, admiración de la naturaleza
y, sobre todo, especial trato devoto con Dios. Si su curiosidad filosófica
y teológica le llevaron a departir, siendo hombre parco de palabras,
con los mejores pensadores de su generación, su espiritualidad
marcó toda su trayectoria, desde su juventud hasta su trágica
muerte. De hecho, tan abstraído meditaba tras un rato de oración
con Cristo que fue atropellado camino de su obra maestra, la Sagrada Familia;
y tan dedicado estaba a su ciclópea y cuasi milagrosa catedral
que vestía desaliñados harapos -él que en sus tiempos
fue un dandy- mientras pensaba ensimismado en su fantástico proyecto,
basílica por la belleza dedicada a Dios.
Es una buena noticia que la Santa Sede haya abierto su
causa de beatificación, proceso jurídico-canónico
que determinará si la Iglesia puede declarar con infalibilidad
su santidad en compañía del Creador. Alegra tener otro español
camino de los altares como referente religioso, cultural, artístico
y ético para nuestra sociedad. Y más aún gratifica
conocer que su maravillosa creación arquitectónica y escultural
ha sido comprendida en plenitud, porque para este genio el significado
último de la ciencia de construir matemáticamente espacios
y materiales desde la estética se resumió en lo que el mismo
Gaudí refirió en uno de sus escritos personales: dar gloria
a Dios. Y a fe, cuando uno admira ensimismado la increíble grandiosidad
de la Catedral de la Sagrada Familia, que incluso desde el solo criterio
humano de la hermosura lo consiguió.
ALBERTO GATÓN LASHERAS
El Diario Montañés
Viernes, 1 Agosto 2003
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